Sunday, October 7, 2012

Clásicos (Texto para mas34)


Hay veces que el resultado es lo de menos. Eso se lo dice un tipo que lleva jugando al fútbol quince años, siempre con amigos. Y que ha pasado por otro tipo de “deportes” más o menos alternativos –dardos electrónicos, futbolín, ultimate frissbe- y en todos ellos competía, pero, insisto, siempre con colegas.

Al final, después de llevarte palizas enormes y decepciones tan grandes que son como si rompieran vidrieras de colores delante de ti, aprendes a vivir el momento. Además, si de vez en cuando ganas algo, te das cuenta que la victoria es irrelevante, que lo que importa es disfrutar el camino. La meta como consecuencia. O “el triunfo es un impostor” que decía Ángel Cappa.

A lo que voy, el que suscribe lleva un tiempo viviendo fuera de España. Lo suficientemente mucho como para echar de menos, de verdad, a los amigos y lo suficientemente poco como para que aún no nos hayamos olvidado los unos de los otros. Así es la vida, dejas el nido y te sustituyen. No le hagamos mala cara porque todos sabemos cómo y cuáles son las reglas. Este fin de semana vuelvo a casa, motivos irrelevantes, pero aprovecharé para dejar claro a la gente con quién me gustaría estar.

Entonces, después de esta dilatada presentación, si ya he conseguido hacer que piquen, recojamos sedal: fútbol y amigos. El clásico –multiplicado por cuatro- Liga, Copa y Champions. Las tres competiciones que se siguen en España. –importantes, claro-. Cuando este texto salga a la luz ya se habrá jugado el primero de ellos y, lo que realmente importa, lo que quiero explicar aquí, es que lo habré disfrutado con todos los de siempre, en el barrio de siempre, tomando unas cañas y riendo de lo que ocurra. Viviendo con nervios y ansiedad –“Quien no es de un equipo es un pobre desgraciado” como me dijo una vez un profesor- pasándolo mal en cada lance en contra, queriendo tocar el balón para desviarlo cuando va hacia tu portería, conteniéndote para no ir al suelo con el defensa que roba una bola cerca de la banda a los pies del contrario, o dando apoyo en la carrera lanzada del delantero de tu equipo. Sufriendo, quizá sí, pero viviendo, al fin y al cabo.

Tal vez ustedes sean del ecléctico Real Madrid, del elegante Barcelona, de cualquier otro equipo del mundo, o incluso se la pique el fútbol. Pero no se dejen engañar. Aquí no estoy hablando del deporte de la pelotita, si no del de salir sonriendo y feliz, de este negocio que es la vida. Piénsenlo otra vez. Denle una nueva vuelta.

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