Me llamó O a la mitad la mañana, justo cuando estaba disfrutando de mi manzana roja, y me dijo que hoy no llegaba. Que había suspendido la cancha que teniamos reservada. Al cortar, una conexión inconsiente se chocò contra mi frente y cayó ràpidamente a mi boca que dijo susurrando "a correr". Mientras terminaba mi manzana, me puse a pensar si debía seguir corriendo en la plaza o ir un poco más lejos. La distancia en cuestión, recomendada por JM, se compone de unas quince cuadras y una vuelta al Parque Centenario sumándole la misma cantidad de cuadras para volver.
El día, o más bien, la jornada estaba pasando sin ton ni son hasta que viene una de mis clientas y me confiesa que en vez de almorzar se iba comer cuatro medialunas acompañadas con mate. Yo caì en los lugares comunes: "los gustos hay que darselos en vida". Se creó una atmósfera agradable que termino con la señora diciédome "que lindo que sos". No es la primera vez que una de mis clientas me alaga. Yo no supe que responderle, le dije solamente gracias. Tal vez, en el próximo encuentro le diga algo como que en sus años mozos usted también habrá sido preciosa. Ni importa què, el asunto es que te llena el alma decir cosas lindas y reciribir cosas bellas. Y esto transciende la estética cultural.
Al llegar a casa, me vi un trailer de una pelícua que me recomendó M y me hizo acordar a otra película de humor, bastante predecible que pasan por cable.Luego de una siesta reparadora y unas lecturas desprolijas, me había decidido. Tan sólo me cambié los slips por los boxer, me puse mi pantalón negro, talco en los pies, medias blancas y las reeboks.
Así pues, enfilé sin pensarlo tanto en dirección al Cid Campeador....
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