Me pillaron con bengalas y no me dejaron salir a quemarlas. Me prometiste que volaría a doscientos quilómetros por hora sobre las autopistas de tu cuerpo y yo solo tengo una carroza para recorrerlo. Ocupé tu estante en la nevera y limpié los tarros de mermelada que llevan años endulzando nuestros desayunos. Le di sabor a tus sueños hasta que el tiempo estropeó los ingredientes. Fui quien salía a altas horas de la noche, el que bebía café corrosivo, el que miraba con ojos de pez al pasado y el que te agarraba del pecho por las calles empinadas de nuestro viejo Madrid. Fui eso y mucho más. Pero ya casi no me acuerdo.
He olvidado que tengo la rodilla machacada para ponerme una chaqueta verde y revivir partidos en los que no me jugaba nada. He colgado el chándal para llevar las fichas de mi equipo y no echar en cada al árbitro que tome malas decisiones… ¿Y quién no lo hace?. He encendido el móvil, para volver a apagarlo, para encenderlo después y mandarte un mensaje como los de antes: Doce, mi portal, no traigas nada. Nada significa nada. (IYKWIM*). Y he maltratado mi cuerpo sobre el tuyo, escuchándote gemir por cada vez que te dije que no, o tú me lo dijiste a mi. Por cada kilómetro que nos hemos separada o nos hemos encontrado, por cada pregunta que te hice que no debía y por cada miedo que nos comimos en un plato de risotto de jamón y gambas.
El sexo es vacío solo porque te vas cuando acabamos, sólo porque yo quiero una segunda vuelta y tú estás pensando en el metro que te lleva a casa. Sólo porque quizá hoy sí te pida que te quedes y me dices que tienes obra de teatro.
Acabo quemando los puntos en velas aromáticas en mi cuarto. Esperando que llamen ante de entrar y me digan que deje de hacer ruido, de mover la cama, de invertir mi tiempo en puertas cerradas. No es soberbia, no es orgullo, es sólo que ya no llevan a nada.
*If You Know What I Mean = “no sé si me entiendes…”
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