Sunday, August 26, 2012

De como deje la bici.


Por un día, sólo por un día. No fue ningún reproche juvenil del tipo no lo hago más, “nunca más”. Me desperté con el olor a tierra  húmeda, sintiendo un zumbido que retumbaba en alguna significación imaginaria de mi parietal derecho que memorizaba:  “(..) la bruja está en la cueva, los pajaritos cantan (…)”. El señor E dijo algo como que no hay que hacer siempre las mismas cosas si es que se quiere pensar diferente. Camine las tres cuadras pensando en estas dos semanas y media que pasaron en las que me convertí en un ciclista. Sólo por estar en la calle y no ser peatón, ni motoquero, ni automovilista me pone en esa categoría. De todo ese tiempo, evite el transporte público en todas sus facetas. Y en los viajes te puedo contar  de como casi me atropellan a como casi atropello. Bese el pavimento por un error de dimensiones. Todavía no comprendo la no lógica del peatón. Y el poco respeto por las pocas y felices bicicendas.
Escapando de las etiquetas, bien quisiera debajo de mi asiento el cartel “un auto menos”. Pero no lo hago por la pose. En la primer sesión, le diría no sé por qué pero me divierte. Eso, no me meo de la risa al no comer un bife de chorizo pero me parece entretenido el mapa de sabores y especias que se abren cuando no caes en la repetición. Esa de la que nos sometemos, la que nos saca la originalidad. Si, soy un bici maníaco que te hace el signo del fuck you con la mano derecha y no se por qué. Más, no me molesta tu mal humor clichado de hombre porteño. Las generalidades son un asco.
Sí, soy descendiente de españoles, leyendo literatura mexicana en una plaza cuyo nombre representa la isla de los obreros  que inventaron el derecho a huelga. Ya no me sale decir hijo de puta, sino chinga tu madre carbón.
Y así al escuchar frases tan vacías como “esto va a Facebook” me tomo los dedos, me los pongo en la boca hasta que toquen la coronilla y vomito el mate con las galletas untadas de  mermelada de zanahoria importadas de San Pedro. Llena de insecticidas, cabrón. Y es así, fotolog y Facebook, androides populosos y vacíos de contenidos como toda masa amorfa que se esfuma la individualidad.

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